En el siglo XVII, cuenta la leyenda, una mujer muy hermosa, la Zacatecana y su esposo, llegaron a vivir a una casona del estado.
Él, adinerado y dedicado a la minería y a sus negocios, dejaba en segundo término y sola por mucho tiempo a su mujer.
La zacatecana al ver que podía ser dueña única de la fortuna de su marido, decidió matarlo. Sin el valor de hacerlo ella misma, se dice que le pagó a uno de sus sirvientes para que lo hiciera, prometiéndole parte de la fortuna; también se dice que era su amante.
Una noche después de un viaje del marido, el sirviente subió y lo mató, enterrándolo en la parte trasera de la casa. La zacatecana, no quería compartir la fortuna con nadie y decidió matar también al sirviente.
Ella siguió con su vida habitual, diciendo que su esposo se encontraba de viaje haciendo negocios, pero pronto comenzaron los rumores acerca de su sospechosa desaparición.
Hasta que un día, encontraron a la Zacatecana muerta y para evidenciar que era una mujer libertina, la exhibieron en la plaza que en ese entonces se le conocía como la zona roja de Querétaro.
Nunca se supo quién fue el autor de la venganza en contra de la Zacatecana, pero sí se sabe que los inquilinos que llegaron a vivir a esa casa, después de los sucesos duraban poco como residentes, decía que había muchos espantos.
Hasta en estos días, se dice que en ocasiones un “ánima” se asoma en las ventanas de la casona que hoy es un museo.
